miércoles, 3 de marzo de 2010
Amor eterno
Orledys Cáqueza ha bebido una pócima que le ha dado la vida eterna. En un principio le pareció fabulosa la idea de vencer a la muerte, pero con el paso de los años, cuando vio a su marido partir, y a sus hijos, y a sus nietos, y a sus bisnietos, y a sus tataranietos, llegó al límite de la paciencia, porque aún cuando la pócima evitaba la parca, no sorteaba el envejecimiento. Después de doscientos diecinueve años, la piel de Orledys es un arrume de piel colgante manchada por doquier, un acumulado de grasa al que la gravedad tiene dominado. Perdió la vista y sus ojos son par de vidrios blancos. Sus huesos están destruidos y su capacidad de movimiento se desvaneció por completo. No come ni habla. Sólo duerme como esperando que la utopía de su muerte la encuentre descansando. A pesar de que Orledys es un desafío a la Naturaleza y parece un bulto pesado y pestilente, hoy un hombre la ha visto en el ancianato donde reside. Y se ha enamorado de ella.
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18 comentarios:
definitivamente la felicidad nunca es completa, y si las cosas en esta vida tiene su ciclo, debemos respetarlo... por algo sera.
No quede muy convencida del final...
Saludos.
El texto deja claro que siempre falta algo, nunca estamos satisfechos al 100%.
Cómo Ángela, me esperaba más del final. Creo que pierde algo de fuerza.
Un saludo indio
La historia es dura pero también hubiera preferido un final algo más...¿cruel? jajaja
Pero bueno, el que tiene tambien nos deja algo en que pensar...El amor no tiene edad y siempre hay un roto para un descosido...
Si nos parásemos a pensar de verdad sobre los que queremos no tendríamos tantos deseos.
Inmortalidad... vaya aburrimiento.
En fin, Esteban, como bien reflejas al final, siempre hay sorpresas aunque no las podamos siquiera imaginar.
Un abrazo.
Coincido con la mayoría, Esteban. El texto apunta muy alto y el final no acaba de encajar: le falta fuerza. La idea del envejecimiento durante una vida eterno es muy buena, y puede dar para más. ¿No te parece?
Un saludo.
La estructura de tus relatos está muy definida, casi siempre empiezan y terminan de la misma forma. En este caso el giro está en la parte central, como dice Victor, la idea del deterioro físico en la vida eterna es buena, y la desarrolaste bien, pero también me sucede lo mismo con el final, está como forzado.
Saludos
Son cosas que pasan. Seguro que si le das unas vueltas más, tu cabeza encontrará un final más rotundo.
Aunque aún respira, Orledys esta muerta en vida. Hay belleza en la fealdad.
Qué delicia encontrar comentarios críticos. De verdad que me alegra mucho.
Angela, lo que creo de la felicidad es que es momentánea, pero buscamos con rapidez el modo de salir de ella. La paradoja de las paradojas.
NC, 100% es una utopía. Con respecto al final, tal vez pierda fuerza, pero era la idea metafórica del relato.
Gotzon, eso veo, eso veo, creo que a los lectores les gusta poco el romanticismo y se identifican más con la crueldad. Gracias por la precisión.
Ananda, creo que el autor siempre recurre a sus miedos cuando escribe. La inmortalidad a mí me produce pánico. Y sí, sorpresas de amor, en esta semana que tiene un tinte romanticón.
Víctor, me parece en cierta medida. El amor después de las circunstancias era el fin del relato y tal vez las expectativas de crueldad del público hacen que pierda fuerza con un final tan dulce. Es cuestión de percepciones y de intenciones, que igual valoro muchísimo y agradezco.
Fernando, eres un lector exigente, disciplinado y crítico. Contar con personas así en este espacio es un verdadero privilegio. Te remito a la respuesta que le di a Víctor Cinca, pero te agradezco mucho tu apreciación del relato, del giro central y de tu opinión con respecto al final.
Jesús, un microrrelato es una carrera de 100 mts. Tienes que empezar con un impulso tremendo, acelerar hasta que lo permita tu resistencia y rematar de manera magistral para ganar. No siempre lo logro, pero siempre lo intento.
Adivín, pasa con todo. Creo que hasta el relato más preciso puede tener mejoría. Gracias por la invitación.
Lau, está muerta en vida, pero sólo hasta que conozca el amor de nuevo. Ese era el objetivo del cuento. Un abrazo.
Me ha recordado en cierto modo a Dorian Grey, aunque creo que lo de querías contar es que, mejor morir, que malvivir muchos años. Bonito texto y tierno final (inesperado).
Manu, es un final romántico. A veces es bueno dejar de lado tanta crueldad y ponerle un poquito de dulzura a la literatura. Y Dios, qué gran referencia: Dorian Grey. Creo que la historia de su retrato es una de las ideas más maravillosas que se ha ocurrido a un escritor. Wilde, a la larga.
Me gusta el final, es inesperado. ¿Qué otra cosa, aparte de la muerte, podía esperar la pobre?
Amor, José Manuel, podría esperar amor.
Me gustan los relatos que juegan con la eternidad. Me recordó un hiperbreve que escribí hace un tiempo y se llama "El viudo eterno". Respecto del final, creo que el problema es que nos tienes acostumbrados a la sorpresa final y en este caso, quizás le faltó un poco. Un abrazo
Voy a buscar tu cuento, Martín, el título suena muy bien. Gracias por tu crítica.
Bastante relativos tus cuentos ultimamente... Pero muy buenos!
¿Relativos? Extraño calificativo, pero gracias, Quimera.
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