miércoles, 10 de marzo de 2010
La isla de la fe
A 28 grados, 46 minutos y 9 segundos latitud sureste se encuentra Tupac Aidé, una isla que sólo aparece esporádicamente, tal cual como lo hacen las ballenas cuando se sienten seguras de salir a la superficie. La mayoría del tiempo se encuentra sumergida en el agua. Sólo cuando una persona desterrada de las pasiones materiales en una búsqueda exclusivamente espiritual se acerca hacia ella, Tupac Aidé emerge del océano mostrando sus playas níveas, vegetaciones exóticas y maravillas tropicales. Millones de viajeros se han dado a la tarea de visitarla, pero para su sorpresa, la caprichosa isla se queda enterrada en el océano, negándose a mostrar todo aquello que la hace irrepetible. Nadie, en millones de siglos, la ha visto aún.
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20 comentarios:
¿Tan difícil es encontrar a alguien desterrado de las pasiones materiales? ¿O es que Tupac Aidé las extinguió acogiéndolas seductoramente y luego hundiéndose con ellas adentro?
Muy bonito el cuento.
Un beso
Y me temo que nadie la verá...
Muy bonito.
O sea, Esteban, que no hay nadie desterrada de las pasiones materiales, ¿no? Me gustó eso de la isla y la ballena, muy poético.
Un abrazo.
¿Y cómo puedes afirmar con tanta seguridad que "nadie" la vio?
Un saludo!
Me gustan esas islas misteriosas que dicen aparecen y desaparecen.
Si veo alguna te lo cuento y confirmamos que no existen las normas establecidas ^^
Me ha gustado este cuentito para el alma y la reflexión.
Abrazo.
Tupac Aidé aclara sus nítidas arenas con las sombras de sus posibles visitantes. Siglo a siglo ha buscado sus oscuras y risueñas tempestades de curiosidad. Al llegar el momento de su cercanía, su timidez la inunda de desdicha.
Blogsaludos
Es un buen cuento, y deja mucho para reflexionar.Así de codiciosos y ambisiosos nos hemos vuelto que la isla hace tanto tiempo q no sale??
Un Abrazo
Una muy buena idea. Una isla extraña, que imagino que pasaría si algún día alguien la visita. Cuanto duraría a flote? Un cuento con mensaje. Me gustó!
Alís, no sé si sea tan difícil encontrar a alguien sin intereses materiales, pero al menos yo no lo conozco. ¿Tú sí? Te agradezco el comentario. Un beso.
Gotzon, creo lo mismo...
Víctor, como le dije a Alís, al menos yo no he conocido el primer caso. Lindo que hayas visto el detalle de la ballena. Abrazos.
José, esa respuesta sólo te la puede dar la ficción.
Ananda, si la ves, me avisas. Me alegra que digas que es un cuentito para el alma. ¡Maravilloso!
Adivín, qué gran cuentito. Es una réplica fabulosa.
Ángela, ¿qué dirías tú? Yo digo que la codicia llegó a un nivel inesperado.
Martín, tu reflexión me intriga, pero me voy a permitir dejar volar la imaginación para determinar qué pasaría: si una persona llega a Tupac Aidé, creo que debería vivir en ella mientras la isla se lo permita, pero si llegó es porque lo merece y si no dura a flote, es porque algo más profundo querrá decir. Me pusiste a ficcionar...
Bueno, alguien habrá. De todas maneras si los lugares nos pusieran condiciones, dónde iríamos con nuestro intento de abandonar las pasiones materiales.
¿Cierto regusto a Lost?
Muy buen cuento. Con esa idea moral sutil que se hunde bajo el agua, como la isla.
Esteban: seguimos buscando El dorado o la fuente de la eterna juventud; bienvenida Tupac Aidé.
Isabel, tu reflexión es perfecta. ¿Qué pasaría si los lugares nos condicionaran según nuestras maneras de ser? Fascinante.
Fernando, la idea moral está ahí y la sabemos, pero nos hacemos los de las gafas...
José Manuel, sí que lo seguimos buscando.
Me resultó muy sugerente, de esos microrrelatos que ganan no por su estructura elaborada, sino por su sugerente tema y que muchas veces son más sabrosos que los que dan una vuelta de tuerca imprevisible al final.
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Muchas gracias, Daniel. Tu análisis es delicioso.
Un retrato elocuente de la humanidad y sus apetitos. :)
Indiscutiblemente, da en el clavo.
Don Ikal Bamoa, qué privilegio tenerlo por acá. Vuelva cuando quiera, por favor.
Buenas y Santas.
Tu micro me retrotrajo un casi olvidado recuerdo, el de "Las ciudades Invisibles", de Ítalo Calvino. Quizá sea el exotismo, quizá la velada (ni tanto) crítica. En fin, como sea. Que me gustó.
Salut!.
Griego, hay definitivamente una influencia definitiva de Calvino en una serie que yo denomino Zonas Anónimas. Gracias por pasar y siempre bienvenido por aquí.
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