A mi abuelo Daniel
Ya los años te pesan,
Como hierros en invierno.
Ya las arrugas te absorben,
Te tienen, te invaden.
Ya la voz se te apaga,
se te encoge, se te va.
En el cajón de mis recuerdos
Permanecen indemnes
Los días blancos
Que marcaste con tu gracia.
Borraste mi sangre, quitaste el pasado.
Besaste mi herida, apartaste el pecado.
Aun cuando no creas en santos,
Eres santo para mí.
Y aunque te vayas volando
Hacia las torres de cristal
Me quedaré con el honor
Que me brinda la memoria
Jugando sobre tus muslos
Al plan del jinete errante.
Sonríe, abuelo querido.
Que el llanto no te opaque.
Llévate el discurso
De tus frases desgastadas,
Pero déjame,
Antes de tu partida,
La nobleza de tu alma.
*Hace unos días, mi madre encontró un cuadernillo con poemas de mi abuelo, entre los que se encontraba uno que me dedicó cuando apenas estaba recién nacido. Siempre he dicho que la poesía está muy lejos de mis talentos, pero es la forma que elijo para retribuirle su regalo y, sobre todo, su legado.
5 comentarios:
Esteban, esta precioso.
La poesia tambein puede ser un area para explorar.
Un beso.
Algunos buenos abuelos nos dejan huellas tan profundas, nos regalan tantos recuerdos imborrable que todo reconocimiento es poco. A veces descubrimos a los abuelos demasiado tarde.
Veo que no ha sido tu caso.Un abrazo.
esteban, estoy de acuerdo. Dicen que la inspiración tiene mucho de trabajo, como todo en la vida. ¿Por qué no buscarle también por aquí?
Un abrazo.
Angelita, es una exepción, pero resulta emocionante.
Araceli, si conocieras a mi abuelo, conocerías la nobleza.
Querido José Manuel, agradezco la invitación, pero realmente es un género en el que no me siento cómodo, es espinoso y con frecuencia me siento torpe. Me quedo con el microrrelato. Abrazos.
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