miércoles, 31 de marzo de 2010

Memorias

Gregorio Polidori vive del recuerdo. Asegura que vivió lo suficiente y que sus remembranzas están seguras habitando en su memoria. Recuerda el día en que conoció a Victoria, sus besos, sus caricias, sus salidas al parque, sus noches de amor desenfrenado. Gregorio evoca todo con gran detalle y es capaz de especificar hasta la más insignificante minucia de su historia. En su memoria aparece una reminiscencia del día en que se despidió de ella, obligado a ir a la guerra. Recuerda los balazos, las explosiones, las noches inclementes de frío y lluvia. Rememora también el disparo que recibió en un enfrentamiento. Y cuando sigue escudriñando entre sus pensamientos, Gregorio descubre aterrado que su obsesión con los recuerdos se debe, precisamente, a que él también es uno.

21 comentarios:

Alís dijo...

Me lo temía.
Pero mejor ser un recuerdo a ser olvido.
Buen cuento.

David Moreno dijo...

Buenísimo acercamiento a los orígenes.

Un saludo indio

Víctor dijo...

Un final impecable, Esteban. No sabía cómo te las ibas a arreglar para cerrar el relato y me dejaste boquiabierto. Enhorabuena.

Un abrazo.

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

OPINO exactamente lo mismo que Victor.

8

Verónica Calvo dijo...

Me encantó.
Es muy romántico y una vez más, da para pensar en lo absurdo (en este caso) que es una guerra y sus macabras consecuencias.
El final es excelente, como ya te han señalado.
Los recuerdos... acompañan y nos pesiguen.

Un abrazo.

Isabel Mª dijo...

Caramba Esteban, eres una caja de sorpresas. Me encantó. Afortunadamente nadie tiene la conciencia de ser sólo un recuerdo sin entidad física porque es demasiado cruel y desagradable.

El Griego dijo...

"No habrá sino recuerdos", dice un verso de Borges. Finalmente, lo que queda, ¿no es sólo recuerdo?

Se lo digo a todo al que recomiendo tu blog, Esteban. Me gusta tu redacción. La construcción es impecable.

Salut!

Yo soy Escribidor dijo...

Suele pasar.

María Isabel Gómez Castillo dijo...

Muy bueno, me ha gustado.
A veces pasa.Nos perdemos en nuestros recuerdos...
Isabel

Martín Gardella dijo...

Lo llevaste muy bien Esteban. No se porque intuí un poco el final, pero creo que está impecable. Un abrazo

Zarache dijo...

Siempre he dicho que somso muertos vivientes. Para algunos ya morimos para otros estamos vivos auqnue seamos un borroso recuerdo.

Acuática dijo...

Jo, que triste... :'(
Pero la idea es muy bella y está muy bien narrado. Felicidades :)

josé manuel ortiz soto dijo...

Esteban: afortunado Polidori que se sabe recuerdo; alguna vez leí -ahora no recuerdo dónde- que hay quien pasa por la vida sin saberlo.
De tus minis, ésta es de las que más me ha gustado: un final de poca.
Saludos.

Anónimo dijo...

Bueno, me he quedado pensando en la muerte transformada en recuerdo, y es lógico, salvo que aquí el que recuerda "es" el muerto... un toque especial para el tema en este cuento. Me gustó.
¡Cariños!

Campanula dijo...

Muy bueno Esteban, buenísimo.
un abrazo

Angela María dijo...

Muy buen cuento, esta impecable de principio a fin.

Saludos.

Esteban Dublín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esteban Dublín dijo...

Isabel, los recuerdos son por sí mismos una sorpresa fascinante. Nunca se sabe qué tan buenos o macabros sean. Los guardamos en espacios donde ni siquiera sabemos que podemos llegar. Todo depende del recuerdo.

Griego, te agradezco mucho por tus palabras de aliento. De verdad que me alegra que te guste lo que escribo y que pongas referencias borgeanas que, por estos días, tan sumergido me tienen. En mi otro blog, historiasdubliners.blogspot.com, podrás encontrar en las reseñas literarias tres libros de Borges. Un saludo.

Deivi, si tú lo dices...

Isa, ¿increíble no? Que estemos tan sumidos en nuestro ego que no nos damos cuenta de que somos tan sólo un recuerdo.

Martín, gracias. Es posible que el final se intuya, pero creo que el mérito está en la construcción y en la redacción final. Un abrazo grande.

Esteban Dublín dijo...

Lau, la vida es una ruleta. Borges, en uno de sus poemas apócrifos, dice:

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

Acuática, gracias, de eso se trataba: de crear melancolía.

José Manuel, tienes razón, al final lo descubrió y tiene su mérito. También es de mis relatos favoritos.

Lauri, tal vez no es la muerte la que se convierte en recuerdo, mas bien, es la vida, la vida misma, la que pasa sin gloria y se queda en el recuerdo, allá, en el vago olvido.

Campa, qué rico tenerte de vuelta por aquí. Me alegra que te haya gustado.

Ángela, muchas gracias. Es un gusto que este cuento haya tenido tanta afinidad con los lectores.

Alís dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en que es mejor vivir intensamente que ser un buen recuerdo. Pero cuando la vida se acaba (creo que el protagonista ya no vive), es mejor ser un buen recuerdo que caer en el olvido...
Beso

Esteban Dublín dijo...

Alís, el debate daría para mucho. Me alegra que te animes a abrirlo.